Rincón de la Esperanza | Evangelio y Reflexión. Domingo XII del Tiempo Ordinario
- Hdad Matriz Almonte
- 18/06/2021
¿Quién es este? ¡Hasta el viento y el mar le obedecen!
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 4, 35-40
Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla». Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?»
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!» El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?»
Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: «¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar le obedecen!»
Palabra del Señor.
Reflexión
Estimados amigos y queridos hermanos todos.
Bienvenidos a nuestra cita dominical. Hoy, como el pasado domingo, el evangelio nos lleva a contemplar otra situación desconcertante en principio, pero con final feliz e interpelante. Tiene como núcleo y centro plantearnos qué es y cómo es nuestra fe. Para ello, el evangelista narra el episodio de Jesús con sus discípulos sorprendidos por una tempestad cuando atravesaban el lago de Galilea.
La situación descrita es clave: Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Aclaremos primero el significado del simbolismo del mar en la cultura semítica. Éste era considerado como un abismo hostil, tenebroso y lleno de peligros. Algo que sólo Dios puede dominar: “Tú dominas el mar embravecido, tú aplacas las olas encrespadas” (sal 89,10).
El relato es sencillo y magistral por su descripción. Su finalidad es mostrar la autoridad de Jesús sobre todas las cosas. Es como si Jesús quisiera poner a prueba la fe de sus discípulos y, a través de esta escena, hacernos reflexionar también a nosotros. En la barca se muestran dos actitudes: la de Jesús que duerme tranquilo y la de los discípulos que están aterrados.
Los autores ven en el pasaje de Marcos una doble interpretación: una, entendiendo la barca como símbolo de la Iglesia zarandeada tantas veces a lo largo de la historia. Otra, más personal, donde se pone en juego la confianza de los suyos en Jesús. Aun así, ambas plantean la misma cuestión: el tema de la fe. ¿Por qué? Porque Jesús sabe que la causa del Reino va a levantar tormentas y tempestades que pueden hacer tambalear la fe de los discípulos.
El milagro de calmar la tempestad marca distancia entre Jesús y los suyos: Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!» El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Así es, la fe se curte, crece y madura a través del sufrimiento y de la capacidad de soportar las dudas a las que nos lleva nuestra condición creyente. La auténtica fe permanece agarrada a Dios a pesar de las adversidades que la vida nos plantea.
Volvamos ahora la cuestión central: ¿Cómo es nuestra fe? Probablemente no difiera mucho de la fe de los discípulos. La barca es signo también de nuestra vida sacudida por toda clase de pruebas y dificultades. Quizás, más que constatar que Jesús está dormido, hay que poner de manifiesto que es Dios quien nos descubre nuestra falta de fe en la barca de Pedro (Iglesia) y en el poder de Dios.
Santa María del Rocío, madre de Dios y Esperanza nuestra, fortalece nuestra fe con el rocío de tu gracia para permanecer inconmovibles en la fidelidad a la voluntad de tu Hijo Jesucristo, Pastor Divino de El Rocío.
Francisco Jesús Martín Sirgo
Director Espiritual de la Hermandad https://hermandadmatrizrocio.org/wp-content/uploads/2021/09/exhibition-gallery-item-5-1.jpg, Párroco de la de Ntra. Sra. de la Asunción, de Almonte y Rector del Santuario de Ntra. Sra. del Rocío.